sábado, 23 de junio de 2012

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sábado, 21 de abril de 2012

LA LUCHA INCONSCIENTE ENTRE LA AMBICIÓN Y EL MIEDO :


Todos hemos sido víctimas alguna vez del problema más básico de la competición, del factor que frustra a la mayoría de la gente en su búsqueda del éxito: el conflicto inconsciente entre el deseo de éxito y el miedo al fracaso. Para salir de este conflicto, construimos varios mecanismos de defensa que reducen nuestra ansiedad nublando nuestras mentes. Desafortunadamente, aunque puedan hacernos sentir mejor, estos mecanismos de defensa también nos hacen malos competidores. 

¿QUÉ SON LOS MECANISMOS DE DEFENSA? Los mecanismos de defensa son distorsiones inconscientes de la percepción y de la interpretación, que actúan para protegernos de las circunstancias desagradables y de los miedos. La cruda realidad puede ser muy ingrata de sobrellevar algunas veces. La realidad puede forzarnos a enfrentarnos a nuestros propios miedos y carencias, a tratar con deseos y acciones que pueden entrar en conflicto con nuestra educación moral o nuestra propia imagen, o a resignarse ante conflictos llenos de tensión que no podemos resolver. En estas ocasiones, es reconfortante cambiar la manera de pensar para que pueda parecer que esos conflictos se alejan. 

REPRESIÓN Y RACIONALIZACIÓN La represión es un tipo de mecanismo de defensa. Lo que se hace es “olvidar” selectiva y convenientemente los hechos que son difíciles de tratar conscientemente. Otro mecanismo de defensa es la “racionalización”. Es una forma de engañarse a uno mismo que también funciona inconscientemente y que implica reacondicionar convenientemente los hechos, en vez de olvidarlos. Presentados como un conjunto de hechos desagradables, creamos una imagen general más atractiva reestructurando esos hechos y cambiando nuestro punto de vista. Durante el proceso, podemos reducir la importancia de algunos hechos mientras amplificamos la importancia de otros. No creamos simplemente falsos hechos, sino que sencillamente cambiamos el valor de los reales. Los hechos que son incómodos para la imagen que queremos ver pueden ser olvidados, mientras que los más cómodos son traídos a primer plano. La imagen final se diseña para hacernos sentir mejor y/o para reducir los conflictos que pudieran quedar sin resolver si la imagen original, la verdadera, se mantuviera intacta. 

PODEMOS VERLOS TRABAJAR Normalmente, los psicólogos sostienen que los mecanismos de defensa operan cuando las acciones de una persona se presentan como contraproducentes, esto es, llevan a la persona en una dirección directamente opuesta a sus objetivos establecidos. Hay una razón para todo. La gente no actúa al azar. Podemos no saber qué es lo que está motivando un cierto comportamiento, pero ciertamente algo está haciendo elegir una dirección en vez de otra. Las razones pueden no ser buenas o beneficiosas, pero sin embargo hay razones. Cuando esto sucede, generalmente la gente está satisfaciendo alguna necesidad inconsciente que no está dispuesta a afrontar y a aceptar conscientemente. 

AUTOENGAÑO EN EL TENIS Los mecanismos de defensa son insidiosos y vienen disfrazados de miles de maneras. Cuando aparecen en el deporte o en cualquier otra área competitiva, son, casi invariablemente, debidos al miedo. Sus propósitos ocultos son reducir la tensión, liberar al individuo de responsabilidad y disminuir el dolor a perder. 

En el tenis, por ejemplo, satisfacer estas necesidades fisiológicas hace que los jugadores pierdan muchos partidos. Hablando figuradamente, la mayoría de la gente compite con un pie en el acelerador y otro en el freno. Quieren ganar pero saben que, de alguna manera, el perder les hará infelices. Cuanto más duro lo intentas y más profundamente te comprometes contigo mismo para ganar, más dolor habrá si pierdes. La gente tiene miedo a este dolor y, para evitarlo, muchos compiten con menos entusiasmo y compromiso. En vez de eso, racionalizan. 

Sue se dice a sí misma en el club que no le importa ganar o perder, que sólo juega por el ejercicio, las relaciones sociales, el gusto por el juego, la sensación de golpear ocasionalmente algún buen tiro o por un buen bronceado. Se dice a sí misma que ganar no importa. Por supuesto, se está mintiendo a sí misma. Todo el mundo prefiere ganar a perder. Puede que no sea muy práctico el pagar el precio físico y emocional que requiere el ganar todos los partidos, pero eso no quiere decir que ganar no sería más divertido que perder. Ella no quiere aceptar esto. Haciéndolo, se pondría bajo presión durante el partido (lo cual no es muy divertido, debo admitirlo), y se pondría en el riesgo de sentirse muy mal si perdiera. El precio que Sue paga por evitar estas cosas desagradables es que se convierte en una competidora menos efectiva y pierde frecuentemente. Al mismo tiempo, Sue tiene la molesta sensación de que realmente sí le gustaría ganar y de que se está engañando a sí misma. Como consecuencia, vive en un mundo competitivo “gris” en el que no pone todo su empeño para ganar ni se siente demasiado mal cuando pierde (lo cual es muy frecuente), ni tampoco se siente demasiado orgullosa de sí misma. 

Una mejor alternativa para Sue sería admitir que quiere ganar, pero que, sinceramente, hay algunas ocasiones en las que no está dispuesta a competir con una intensidad del cien por cien. Por un lado, podría ser demasiado trabajo y podría ser que no estuviera preparada para la presión y lo desagradable. En tales situaciones, simplemente, ella no lo hará así (después de todo, nadie se apunta con una pistola a la cabeza). Por otro lado, tampoco quiere mentirse a sí misma sobre sus motivos. Afrontar la verdad le da a Sue el control de la situación. De lo contrario, estará siempre respondiendo pasivamente a fuerzas cuya existencia ella desconoce. Y en esas otras ocasiones en las que tiene el coraje para hacerlo, puede decidir que quiere ganar y probarse a sí misma haciendo todo lo que esté en su mano (dentro de las reglas) para lograrlo. Aquí se arriesga a sentirse mal si pierde, pero, qué demonios, lo superará. Y mejorará sus resultados de manera notoria. (Pregunta: ¿quién tiene la mayor posibilidad de ganar un partido largo y duro en un día caluroso? ¿La jugadora que dice que está jugando por el placer de golpear a la pelota duro, o la jugadora que abiertamente confiesa que quiere ganar el partido?) 

UN CONFORTABLE CAMINO A NINGUNA PARTE Todos nosotros somos lo suficientemente inseguros como para buscar refugio, si refugiarse del miedo a fallar en la competición se convierte en una opción válida. Podemos reemplazar la incómoda obligación de esforzarnos y rendir con unas dosis de autoengaño, represión y racionalización. Desafortunadamente, esto no tiene en cuenta el hecho de que ganar es más divertido que perder, y que mentirse a uno mismo es caer en un mal hábito. Las excusas y las racionalizaciones, sean en el deporte, en los negocios o en cualquier otra área, proporcionan un confortable camino a ninguna parte.