sábado, 10 de diciembre de 2011

DOMINAR MENTALMENTE AL OPONENTE PARA QUEBRAR SU VOLUNTAD

Hoy te dejo un articulo que he recibido, que me ha encantado. Habla de aquello que debes hacer dentro de la pista para doblegar mentalmente al oponente.
Ya sabes que no todo en el tenis es tu nivel de juego, tu tecnica, sino que la TACTICA y tu comportamiento dentro de la pista pueden determinar el resultado del partido.
Para mi ha sido un placer leerlo, espero que te ayude a ti tambien a mejorar tu nivel de tenis.

Un partido de tenis luchado en igualdad es más que una lucha física. Es una batalla de voluntades, de fuerza mental y de caracteres. Es una contienda interior personal y emocional en la cual empleas cada instrumento que tienes, tanto física como mentalmente, para quebrar la mente del oponente (manteniendo la tuya intacta y funcional).

Establecer el dominio es un camino para ayudar a doblegar al oponente. ¿Qué se entiende por “dominio”? Es la sensación de inferioridad que un jugador siente cuando se enfrenta a jugadores mejores, y que les hace jugar peor. Esto no se limita sólo al tenis. En ajedrez, por ejemplo, Bobby Fischer, que probablemente fue el mejor jugador de todos los tiempos, tenía un efecto debilitador sobre sus rivales, conocido como “el miedo a Fischer”. Esto dañaba su juego hasta el punto de manifestarse físicamente en dolores de cabeza, debilidad e incremento de la presión sanguínea. Uno de sus más grandes rivales, Boris Spassky, dijo una vez: “cuando juegas con Bobby, la cuestión no es si ganas o pierdes, la cuestión es si sobrevives”. ¡WOW!

Este “efecto de la superestrella” fue identificado por Jennifer Brown, de la Northwestern University, en un estudio de Tiger Woods, quien dominaba claramente el Circuito de Golf en los tiempos en los que se hizo el estudio. Se fijó en el golf porque, al contrario que en el tenis, es un deporte en el que un jugador no puede físicamente influir directamente en el rendimiento de otro jugador. Los efectos sólo pueden ser mentales. Analizando los resultados de otros golfistas en torneos de la PGA desde 1999 hasta 2006, encontró que cuando Tiger Woods participaba en el torneo, los otros jugadores promediaban 8 golpes más que cuando no participaba. Esto resulta altamente significativo ya que la diferencia media entre el primero y el segundo lugar en estos torneos es de un golpe. Resulta interesante ver cómo la magnitud de la caída de rendimiento por el “efecto de la superestrella” variaba según la posición de los otros jugadores en el tablón de resultados: era mayor cuanto más cerca del líder estaba el otro jugador, en cuyo caso podría haber sentido que estaba muy cerca de enfrentarse a Tiger directamente y, en consecuencia, se sintió presionado o simplemente trató de jugar por encima de sus posibilidades.

En el tenis, un jugador puede afectar el rendimiento del contrario tanto física como mentalmente. Además de sus juegos, sus mejores clasificaciones o sus éxitos, los jugadores tienen una forma mental de hacer que sus oponente se sientan débiles e ineficaces. Por ejemplo, la simple presencia de Roger Federer en la red es intimidatoria. Federer no doblega a sus rivales físicamente. Los domina mentalmente, y en consecuencia fallan tiros contra él que son rutinarios cuando juegan con otros jugadores. Probablemente se ponen nerviosos cuando juegan contra él o se desmotivan cuando están por detrás del marcador. Este armamento sicológico se suma a su arsenal de tiros cuando se trata de conservar energías para ganar muchos torneos. Y esto hace, simplemente, que su trabajo sea más fácil, como lo puede ser el tuyo en partidos de competición.

Tu lenguaje corporal afecta a la mentalidad de tu oponente. ¿Cómo se establece este dominio? Comienza reconociendo que todas tus acciones, no sólo tus derechas y tus reveses, tienen un profundo efecto sobre el estado mental de tu oponente. Desde que el ser humano es una especie social, instintivamente reacciona emocionalmente ante la forma en que los otros le tratan.

Por ejemplo, la imagen que tienes de ti mismo está formada parcialmente por sutiles mensajes que otra gente te manda. Considera el siguiente perverso experimento: ¿qué pasaría si todos tus amigos y gente cercana se pusieran de acuerdo para gastarte una broma pesada? Imagina que todos se ponen de acuerdo en que cuando estén contigo te van a ignorar o van a estar en desacuerdo con todo lo que dices, y que te van a excluir de las conversaciones hablando sólo entre ellos. Después de un día o dos ante esta situación, ¿qué crees que pasaría con tu autoconfianza? Indudablemente sufriría un gran golpe, sin importar cuán alta estaba antes, y sería una demostración del poder que otra gente tiene para controlar la manera en que te sientes.

Los mismos factores funcionan en la pista de tenis con la manera en que tratas a tus rivales. Si les tienes miedo, ellos se sienten valientes; si les muestras que te están haciendo daño, se sienten fuertes; si te sientes seguro, ellos se sentirán inseguros; si desbaratas sus esfuerzos, ellos se sentirán débiles. Muchas de estos aspectos los transmites con tu lenguaje corporal. Así que si te muestras fuerte, con confianza e imperturbable ante sus esfuerzos, tus oponentes tenderán a sentirse débiles e ineficaces. En este sentido, mucha parte del dominio sicológico de Federer viene de la manera en la que se comporta en la pista y en lo que transmite: erguido, con confianza y, en todos los aspectos, insensible a los puntos ganadores del rival o a sus propios errores.

Nunca muestres debilidad. Tú puedes comportarte como Federer. Si tu rival juega un gran golpe, aparenta no darte cuenta. Simplemente vuelve a tu posición como siempre lo haces, con la cabeza alta, pasos firmes, controlado, mostrando confianza; ten un plan y sabe exactamente lo que estás haciendo. Ésta es una actitud dominante. Si haces un error, no importa lo garrafal que haya sido, haz como si nada hubiera pasado. Tan sólo ocúpate de tus intereses y prepárate para jugar el próximo punto. Date cuenta de que mostrar frustración, enfado o desánimo son signos de debilidad que sirven sólo para fortalecer a tus rivales (el equivalente emocional a darles un masaje en la espalda en los cambios de pista). Si te quejas o chillas cuando las cosas están en tu contra, ten claro que tus rivales lucharán hasta llevarte a un final amargo para ti. Son gestos de sumisión, no acciones de un competidor dominante, así que apártalos de ti.

Otro método para establecer el dominio es controlar el ritmo del partido. Incluso si estás por detrás en el marcador, todavía puedes dominar el ritmo del partido. Entre puntos, camina deliberadamente hacia la posición a tu ritmo, sin tener en cuenta al contrario. Si es más lento de lo que a tu oponente le gustaría, hazle esperar; si es más rápido, hazle sentir apurado. Pero hazlo dentro del reglamento o de lo que puede ser permitido. No estás tratando de ser irritante. Simplemente, estás determinado a jugar a tu propio y dominante ritmo.

También puedes dominar con tu estrategia de partido. Teniendo un propósito y un plan de juego muy claros, más que golpear por golpear pelotas a cualquier lugar, resulta intimidatorio. Indica que crees que has encontrado una debilidad y que tratas de explotarla. La gente que piensa, la gente que tiene propósitos, asusta a la gente indecisa (la mayoría), e incluso lo mejor de tu oponente puede ser doblegado si ejerces presión sobre ello con determinación.

Nunca, en la medida de lo posible, dejes que tu rival piense que tienes miedo de alguna parte de su juego. Por ejemplo, si sirves a la derecha de tu oponente y hace un gran resto, no dudes en servir el siguiente punto de nuevo a la derecha, para mostrar que no te ha impresionado (después, cuando haya fallado uno, puedes decidir si su resto es ciertamente peligroso y entonces elegir cambiar las direcciones de tu servicio más a menudo, pero de ninguna manera le dejes creer que te ha amedrentado). Si juegas un largo punto de fondo y te supera, no comiences inmediatamente a pegar más fuerte o te apresures en subir a la red. Vuelve atrás y fuérzale a que lo repita de nuevo (y una vez más). Después de que ganes uno de estos puntos largos, entonces puedes decidir ajustar tu estrategia, pero no hagas que sienta que le has concedido este aspecto del juego. Los jugadores dominantes se mueven porque ellos deciden moverse, no porque sus rivales les obliguen a hacerlo.

Actuando de estas formas, impones tu voluntad y personalidad sobre tus rivales. Es una carga pesada y desagradable para ellos y, aunque puedan ser mejores que tú técnicamente, muchas veces caerán bajo ella.

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